En muchos lugares del mundo, lo principal para los niños en estas fiestas son los regalos.
¿Para qué vamos a engañarnos? por mucho que les expliques el sentido de la navidad y por muy puros de sentimientos que los pequeños sean, a la hora de la verdad sus ojos se ponen como platos ante cualquier cosa envuelta en colorido papel.
Pero hoy iba a otra cosa: a la contemplacion del arbolito navideño.
Recuerdo que cuando era pequeña, el árbol me parecía muy grande. Me metía debajo de él y jugaba con sus ramas (hasta que la estrella de la punta se caía [rompiéndose, pues de cristal era] y venían mi abuela y mi madre furiosas a decir ¡niñitos, a jugar al patio. Sálganse de allí!jjejejeje). Recuerdo muchos pie-de-árbol lleno de paquetitos de colores, todos muy bien envueltos y con una tarjeta en la que iba escrito el destinatario (y el remitente!)...me encantaba mirarlos una y otra vez, zarandearlos un poco, pegarles el oído a ver si descubría qué eran. Era una tortura tener que esperar hasta el 24 por la noche para saber qué contenían....
Hoy pasé largo rato contemplando mi arbolito. Varía cada año. Estuve recordando toodos los abetos que he tenido y cómo estaban decorados.
La verdad que ése que dijo que todas las cosas se parecen a su dueño era un gran observador, gracias a él, he encontrado en el pino navideño la manifestación del estado familiar. Si es que hay que mirarlo todo!
Para la realización de este estudio sociológico, altamente especializado, me he fijado especialmente en la decoración de cada año. Variaba, aunque siempre mantenía las luces y la cinta roja en espiral de abajo a arriba.
Las primeras que tengo archivadas en la memoria eran bolas de cristal. Me recuerdo en mi carrito (cochecito, o como le llameis) agitando la rama del pino hasta que se oía el glorioso prrrííf de los vidrios al impactar contra el suelo, acompañado de la exclamación de mi madre y la lamentación de mi abuela. ¡Qué tiempos aquellos!
Después de las bolas vinieron los bastones, que también eran de vidrio y se intercalaban con las bolas que habían sobrevivido al año anterior. Debo aclarar, para facilitarle la tarea a vuestra imaginación, que el vidrio era muy fino y de vivos colores.
Y luego, los adornos de madera; en un intento por impedir que Elias y yo nos los cargásemos todos los adornos en una sola navidad. La idea era que al menos duraran dos. Que ilusa es la gente grande eh?
De modo que al año siguiente, el arbolito era una mezcla de bolas y bastones de cristal con figuritas de madera.
Pero la cosa fue a menos. Y hubo otra navidad en la que a mi madre le dio por decorar el pino con lazos de papel country. Quedó mono. Como veis la calidad va bajando, aunque la presentacion sigue manteniéndose al mismo nivel, con variaciones.
Despues de esto sólo quedaba cambiar el pino, y por un fallo logístico, aquel año acabamos comprando uno natural; el cual solo decoramos con las luces (y la estrella)
Sin embargo los ultimos arbolitos me han gustado más. Ya no hay ni bolas, ni bastones, ni adornos en tela, ni de madera, ni lazos de papel country, ni piñas navideñas....ahora lo que hay son tarjetas (lo que vosotros llamais 'christmas'). Si, las tarjetas que nos han mandado por navidad, nuestros seres queridos (y simpáticas empresas de las que somos clientes), con sus mensajes de felicidad y esperanza dentro...asi que cuando quiera puedo acercarme al arbol, coger una tarjeta y viajar en el tiempo. Recordar personas, tiempos, lugares, situaciones, gestos, olores....si, las tarjetitas se han convertido en ventanas, tanto al pasado como al futuro.
¿Veis? pasamos de los simples adornos a los adornos evocativos. Muchas veces pienso ¿para qué sirven los adornos? Quizás sea porque en mi cabeza le doy muchas vueltas a las cosas, pero estoy a favor de que tras cada detalle haya algo que le dé sentido al mismo.
Estoy segura que la decoración de nuestro arbolito sería diferente si no hubiesemos pasado por lo que hemos pasado y si no nos hubiésemos desprendido de tanta ornamentacion estúpida en todos los ámbitos...es curioso, muy curioso.
Feliz noche buena, supongo que cenaréis en familia. Aprovechad la oportunidad, que nunca se sabe qué pasara mañana (no quiero ser tétrica, sino realista) y acordaos de aquellos que no pueden celebrar la navidad como nosotros, llevémoslos en nuestro corazón, en nuestras oraciones y seamos generosos para que a nuestro alrededor todos tengan una feliz navidad. [mañana ma-ma-ma-más!]