Un par de historias
Cuando era pequeña me gustaban los cuentos de Anthony de Mello. Hoy, haciendo memoria, decidí transcribir dos de mis favoritos (La oración de la rana -1-, ed Sal Terrae, págs 201 y 10):
"Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para salir a buscarlo."
"Permiso denegado, replicó el oficial- No quiero que arrigesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto"
El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió, y una hora más tarde regresó mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo.
El oficial estaba furioso: '¡Ya le dije yo que había muerto! ¡Ahora he perdido a dos hombres! Dígame, ¿merecía la pena salir allá para traer un cadáver?'
Y el soldado, moribundo, respondió: '¡Claro que sí, señor! Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y puedo decirme: "Jack... estaba seguro de que vendrías"
***
Un probre campesino que regresaba del mercado a altas horas de la noche descubrió de pronto que no llevaba consigo su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y se le había salido una rueda de su carreta, y el pobre hombre estaba muy afligido pensando que aquel día no iba a poder recitar sus oraciones.
Entonces se le ocurrió orar del siguiente modo: 'He cometido una verdadera estupidez, Señor: he salido de casa esta mañana sin mi libro de oraciones, y tengo tan poca memoria que no soy capaz de recitar sin él una sola oración. Dem anera que voy a hacer una cosa: voy a recitar cinco veces el alfabeto muy despacio, y tú, que conoces todas las oraciones, puedes juntar las letras y formar esas oraciones que yo soy capaz de recordar'.
Y el Señor dijo a sus ángeles:' De todas las oraciones que he escuchado hoy, ésta ha sido, sin duda alguna, la mejor, porque ha brotado de un corazón sencillo y sincero'.
3 Comments:
Lo siento, pero esas historias me parecen un poco relamidas (como mínimo).
De Anthony de Mello sólo sé que era un jesuita que tuvo problemas porque diluía tanto el mensaje cristiano que aquello más que historias eran un sopicaldo bien intencionado pero difuso.
Al leer los dos cuentos lo compruebo. El más fácil de criticar es el segundo: si el campesino sólo reza con un libro de oraciones no se le puede ocurrir la idea de recitar letras; si es cristiano, debería saber que la mejor oración a Dios es la sencilla, contarle lo que nos pasa, no hacer variaciones de 'textos' o de 'letras'; el cuento lo único que demuestra es que el campesino es alguien que quiere cumplir y que tiene una mentalidad 'legalista'.
Te recomiendo el apartado sobre la oración del Catecismo de la Iglesia Católica.
Un saludo y ánimo con el blog.
Tienes toda la razón, arp. Cuando yo leí La oracion de la rana (lo único que he leído de él) no sabía nada ni demaciado sobre cristianismo, ni que había sido censurado; ni siquiera sabía que era jesuíta. Gracias por tu comment! :)
Sobre el campesino te diré que quizás era demaciado sencillo... Lo que yo siempre me he preguntado es: si era de noche -y se supone que esa era su rutina- ¿cómo leía el libro de rezos?. Aquello de la carreta hace que me imagine que la historia se ambienta en la edad media o asi...
Pues a mi me ha gustado el primero de los cuentecillos... No se, es corto y muy simple. Pero me ha gustado.
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